domingo, 29 de agosto de 2010

Vuelvo a ti,

a quedarme contigo
a ser a serte a sernos,
a seguir siendo.

Vengo andando los desiertos
contigo a cuestas,
tengo los ojos llenos de arena,
los pies enterrados en mi yo mismo.
Soy el tiempo perdido,
el camino quieto,
la distancia cortita.

Quiero echar raíces en tu espalda,
florecer entre lunares,
ser necio como mala hierba,
testarudo como tábano,
echar raíces.
Pegarme a ti piedra,
Llenarme, hincharme de ti, de ti agua.

Hay noches cualquiera
y muchos mundos imperfectos.
Hay tiempos simples,
historias incontables,
silencios que se agotan…

Algo crece acá dentro:
esta forma de vivir siempre a la contra.
Me duele el pecho,
lo que crece busca salida.

Los solos siempre somos expropiadores de almas,
vagabundos cansados de tiempos.
Habitamos la forma de los cuerpos que nos contienen,
somos un infinito que decrece,
el vacio que llena las manos.

Tengo suerte de no perderme;
mi brújula apunta siempre a tu sur…

Mis pies van cansados
de cargarme tanto,
mi cuerpo se disuelve,
el deseo se aburre de sí mismo,

Sobre el camino voy tirando cascaritas de historia,
avanzo certero y mi mapa,
con errores topográficos,
no tiene ruta trazada.

Soy la tercera persona en singular de verbo amar,
quiero que me conjugues en presente perfecto.

La vida que no para,
los días que se hacen trizas,
los ojos que se van quedando solos
y esta nueva diatriba de querer regresar a ti.

Y tú que nunca dejaste de esperarme,
y que mantuviste tibia esta cama,
y que mantuviste esa veladora iluminando
ese hueco obscuro que dejó mi sombra,
y tú que siempre tuviste la certeza escondida
en esa cajita escondida.

Espero el ocaso o la madrugada,
El amor contigo sabe mejor siempre a media luz.

Llevo conmigo cansancios,

Y tú, tú que también vuelves a mi…

A quedarte conmigo
a ser a serme, a sernos,
a que sigas siendo.